viernes, 29 de mayo de 2015

Los pactos en cascada, resabios de la vieja política

Después del toque de atención de la ciudadanía el pasado 24 de mayo, muchos de los que han estado gestionando la cosa pública hasta ahora como si se tratase de una finca particular continúan aferrándose al sillón y,  aunque afirmen con la boca pequeña que han entendido el mensaje, siguen erre que erre cambiando cromos como chiquillos chicos.

Un ejemplo sintómatico de todo esto son los llamados pactos en cascada o pactos por la gobernabilidad, o pactos generalistas que, con la excusa de la estabilidad, buscan establecer condiciones generales en una comunidad autónoma o en el país al completo para repartirse el pastel. Y lo defienden sin parpadear, sin darse cuenta de que son fórmulas anquilosadas, viejas, miopes y miserables. Son actitudes de la vieja política, de la casta, sí; vicios o malas costumbres, como dice el diccionario, que se adquieren y provocan un regusto desagradable, una extenuante amargura moral.

Efectos secundarios de la prepotencia
En este sentido pueden interpretarse las sorprendentes declaraciones del sr. Ruano, uno de los supuestos negociadores -si a eso se le llama negociar- del ¿nacionalismo? de cartón piedra que vende Coalición: "No podemos tolerar agresiones, y mucho menos en La Laguna." Y concluye: "(...) si no se dan las condiciones para cogobernar juntos, [habrá que] permitir gobiernos en minoría allí donde sea necesario, con apoyos desde fuera" y dejar la Alcaldía a la fuerza más votada, sea del PSOE o de CC. “Lo que no puede haber son agresiones”.

Dejando a un lado su prepotente actitud que tan bien lo retrata, lo que traslucen sus palabras es su decidida apuesta por mantener la estrategia de la casta, los viejos comportamientos caciquiles que buscan repartirse cargos y prebendas con sueldos desorbitados y despachos desde donde se gestiona la impúdica mordida gracias a las comisiones bajo la mesa.

No mezclemos los escenarios. Cada administración, cada gobierno, autonómico, insular y local, tiene su lógica particular y en su momento a nadie le extrañó que en La Palma los socialistas pactaran con los peperos para desalojar a Coalición del poder municipal porque en aquel momento los gestores del caciquismo eran ellos.

Y no parece descabellado que en La Laguna pueda configurarse un gobierno progresista de unidad popular coordinado por Unid@s se Puede para desalojar del poder a unos personajes que llevan 22 años gobernando el consistorio con resultados catastróficos: impuestos desorbitados, un PGOU que desprecia la opinión del vecino afectado, el destrozo del Patrimonio con nuevas edificaciones estéticamente detestables y penosas restauraciones de inmuebles históricos ruinosos, amiguismos varios, así como un largo etcétera que harían interminable este comentario.
Javier Abreu nunca ha sido santo de mi devoción pero en este asunto ha sido claro y contundente: "El señor Ruano que se meta en lo suyo. Que resuelva los problemas del Gobierno de Canarias, que los cabildos y los ayuntamientos resolverán los suyos."



Solo falta esperar a la respuesta de sus mayores. No sé si será José Miguel Pérez o Patricia Hernández porque el PSOE arrastra desde hace tiempo una peligrosa bicefalia que se suma a los problemas endémicos que padece el partido de los trabajadores (!). Me temo que seguirá prevaleciendo el tradicional conchabeo entre una clase política prepotente y añosa que sigue sin enterarse de que a todo cerdo le llega su San Martín, como le soltó la ex novia al melifluo y jablantín sr. Monago.

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