viernes, 15 de julio de 2011

Europa pusilánime

No tienen arreglo. Eso de la Unión Europea lo debían haber dejado para dentro de unos lustros. ¿Unión...? Europa es un mito, una entelequia y un mercado. Pero un mercado que unificó el euro y fragmentó la Comisión, que es ese club en el que se reúnen los jefes de cada estado para ver si es posible llegar a un acuerdo, un pacto, un remiendo que siga retrasando lo que es ya inevitable. El fracaso del Tratado de Lisboa, fracaso de todos los que no han podido entender que hasta que no seamos una sola voz y no sólo una moneda no habrá nada que hacer y seguiremos sufriendo la crisis los de siempre.

Los líderes europeos son incapaces de ponerse de acuerdo porque ninguno de ellos cree en una Europa unida. Creen, como mucho, en su país, en su puesto de mando, en su poder provinciano, chiquito y miope. No acaban de entender que la respuesta o es global o no será. Es una ceguera absurda, obstinada, suicida... No es posible que mentes tan preclaras no sean conscientes de que a la globalización económica sólo puede contestársele con políticas globales, con reformas profundas que limpien el camino enquistado hacia la auténtica ciudadanía europea.

Tenemos que usar los instrumentos de los que se ha dotado Europa para evitar el desastre que unos políticos medrosos y pusilánimes no son capaces de atajar con la suficiente contundencia, con valentía y altura de miras. Cada uno de ellos debe pensar menos en el electorado de su país y más en lo que de verdad interesa al planeta. Europa está en horas bajas, sí, pero sigue siendo un laboratorio abierto y plural en el que ensayar los nuevos procedimientos democráticos que demanda el siglo XXI. No esperemos más.


Consciente de su patrimonio espiritual y moral, la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y el Estado de Derecho. Al instituir la ciudadanía de la Unión y crear un espacio de libertad, seguridad y justicia, sitúa a la persona en el centro de su actuación.
Preámbulo
CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA UNIÓN EUROPEA