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viernes, 24 de junio de 2016

No motto, we are British

Bye, bye, EU !!
Hay una anécdota acerca del carácter excéntrico de los británicos que puede ayudarnos a entender qué es lo que está pasando en el Reino Unido y en el resto de la mal llamada Unión Europea. Cuentan que durante el mandato de Gordon Brown, el gobierno laborista trató de encontrar un lema o consigna (motto) que representase a los hijos de la Gran Bretaña, al estilo del conocido eslogan Libertad, igualdad y fraternidad de los franceses. Fueron encuestados los británicos y ganó No motto, we are British.

A lo largo de su historia, los ingleses han defendido su independencia y la singularidad de sus características nacionales con enorme brío y pertinaz persistencia. Han mantenido sus costumbres y su peculiar manera de ser por encima de consideraciones pragmáticas, sin esconder las diferencias entre las islas y el continente. Un ejemplo clásico de todo esto es el libro humorístico de Georges Mikes, How to be an Alien, publicado por primera vez en el ya lejano otoño de 1946, en el que retrataba con gracia e ironía la compleja personalidad del pueblo británico de entonces. Antológico es el capítulo dedicado a la actividad sexual:

SEX
Continental people have sex life; the English have hot-water bottles.

Más allá de tópicos y acusaciones de racismo y xenofobia a los votantes del Brexit, deberíamos aplaudir la voluntad democrática de la sociedad británica, sus frecuentes consultas a los ciudadanos (nada que ver con lo que ocurre en España) y el respeto con los resultados.
Es cierto que muchos votantes del exit lo hicieron por miedo a los cambios que ha provocado la globalización y que su muy surrealista y particular participación en la comunidad europea sin entrar en la zona euro, además de otras excepcionalidades concedidas a Cameron, no sirvieron para atajar la sangría.

La pérdida de soberanía nacional, los gastos comunitarios solidarios, la llegada de emigrantes y refugiados y un largo etcétera pueden ayudarnos a entender la salida por la que se han inclinado. Pero hay más. Otra Europa es posible y los ciudadanos británicos no han hecho más que certificar la muerte de una forma de entender la unidad europea que ha servido, entre otras cosas, para exacerbar los sentimientos nacionales y fortalecer a los partidos derechistas y xenófobos.
No hay que culpar a los ingleses del fracaso de las políticas comunitarias. El mal gobierno de Bruselas, el escaso poder del Parlamento Europeo y el sistema de cuotas de la Comisión -que son los que verdaderamente cortan el bacalao- tienen mucho que decir en este espinoso asunto.
La solución tiene que venir desde Europa, 

¡Más Europa, más madera! 
Nos quedan dos años para renovar desde sus cimientos esta vieja, lenta y paquidérmica Unión Europea que hace aguas; porque no se trata solo de robustecer la unión monetaria que avanza a trancas y barrancas, sino de reconstruir y fortalecer con ideas y propuestas novedosas una unión política de valores y decencia que nos seduzca, que vuelva a hacer atractivo un proyecto que no solo rechazan los excéntricos británicos -ellos han sido los primeros- sino muchos continentales de buena fe que quieren vivir en una Europa de los pueblos, plural, justa, solidaria, orgullosa de defender los valores que un día fueron el lema de los franceses y hoy lo son de toda Europa y del mundo: libertad, igualdad y fraternidad. Viejas recetas para unos nuevos tiempos en los que parece que hemos perdido el norte.

jueves, 7 de junio de 2012

Europa y el ángel exterminador

Europa de noche

Los responsables (?) del gobierno(?) europeo siguen de reunión en reunión con una falta de voluntad escandalosa. El escenario político y económico del Viejo Continente se degrada día a día, con la rapidez que imponen los mercados mundiales, que son los que mandan de verdad, entidades opacas que nunca se han sentido condicionadas por unos votos que no necesitan porque a sus responsables no los ha elegido nadie o por una conciencia cívica y moral de la que carecen. ¡Hasta ahí podríamos llegar en nuestras exigencias los atónitos ciudadanos que asistimos perplejos a esta feria de las vanidades!
Europa de día
La respuesta europea (si es que la hay) llegará un día de estos, quizás en unas semanas o tal vez dentro de unos meses, cuando sea ya demasiado tarde. Los movimientos son lentos, paquidérmicos, sin ritmo, dictados por las circunstancias inmediatas. Improvisación, falta de planificación, ceguera galopante es lo que parece dirigir los erráticos pasos de las instituciones europeas.
Parece que estamos condenados a repetir hasta la eternidad, como un castigo de los dioses, el extraño comportamiento de los protagonistas de El ángel exterminador de Buñuel. 
Después de la cena opípara que todos degustamos en los últimos veinte años gracias a los fondos europeos, advertimos que no podemos salir de la lujosa vivienda en la que nos habíamos instalado. No hay nada que nos impida dar el primer paso pero nuestros dirigentes están afectados por una extraña parálisis. Pasan los días y empiezan a sonar las alarmas, hay mucha gente que sufre de escasez, la enfermedad se extiende, la basura política y mediática se acumula, se va perdiendo la urbanidad, no hay cordialidad. (Amanecer Dorado ataca de nuevo). Estamos a punto de acabar como unos salvajes. Lo dicho, como los personajes de Buñuel, 

viernes, 15 de julio de 2011

Europa pusilánime

No tienen arreglo. Eso de la Unión Europea lo debían haber dejado para dentro de unos lustros. ¿Unión...? Europa es un mito, una entelequia y un mercado. Pero un mercado que unificó el euro y fragmentó la Comisión, que es ese club en el que se reúnen los jefes de cada estado para ver si es posible llegar a un acuerdo, un pacto, un remiendo que siga retrasando lo que es ya inevitable. El fracaso del Tratado de Lisboa, fracaso de todos los que no han podido entender que hasta que no seamos una sola voz y no sólo una moneda no habrá nada que hacer y seguiremos sufriendo la crisis los de siempre.

Los líderes europeos son incapaces de ponerse de acuerdo porque ninguno de ellos cree en una Europa unida. Creen, como mucho, en su país, en su puesto de mando, en su poder provinciano, chiquito y miope. No acaban de entender que la respuesta o es global o no será. Es una ceguera absurda, obstinada, suicida... No es posible que mentes tan preclaras no sean conscientes de que a la globalización económica sólo puede contestársele con políticas globales, con reformas profundas que limpien el camino enquistado hacia la auténtica ciudadanía europea.

Tenemos que usar los instrumentos de los que se ha dotado Europa para evitar el desastre que unos políticos medrosos y pusilánimes no son capaces de atajar con la suficiente contundencia, con valentía y altura de miras. Cada uno de ellos debe pensar menos en el electorado de su país y más en lo que de verdad interesa al planeta. Europa está en horas bajas, sí, pero sigue siendo un laboratorio abierto y plural en el que ensayar los nuevos procedimientos democráticos que demanda el siglo XXI. No esperemos más.


Consciente de su patrimonio espiritual y moral, la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y el Estado de Derecho. Al instituir la ciudadanía de la Unión y crear un espacio de libertad, seguridad y justicia, sitúa a la persona en el centro de su actuación.
Preámbulo
CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA UNIÓN EUROPEA

martes, 8 de junio de 2010

Hipocresía europeísta

En este día tristón en el que los funcionarios españoles han sido llamados a una huelga que es más una pataleta sin mayor trascendencia que una propuesta de futuro (el decreto ya se aprobó y a finales de este mes de junio se verán reflejados los recortes en nóminas y pensiones...) nos anima escuchar a políticos que hablan de forma distinta en nuestro burocratizado, caro e inútil Parlamento Europeo.

Daniel Cohn-Bendit, aquel Dani "el rojo" de mayo del 68 habla a los representantes continentales desde su escaño verde sin pelos en la lengua y diciendo verdades como puños. Por supuesto, sus palabras no se traducirán en decisiones del organismo europeo que sigue vegetando sin capacidad ejecutiva alguna (para eso está la Comisión y los gobiernos de turno) y sus miembros viviendo del enorme sueldo que les pagamos entre todos.