Europa de noche |
Los responsables (?) del gobierno(?) europeo siguen de reunión en reunión con una falta de voluntad escandalosa. El escenario político y económico del Viejo Continente se degrada día a día, con la rapidez que imponen los mercados mundiales, que son los que mandan de verdad, entidades opacas que nunca se han sentido condicionadas por unos votos que no necesitan porque a sus responsables no los ha elegido nadie o por una conciencia cívica y moral de la que carecen. ¡Hasta ahí podríamos llegar en nuestras exigencias los atónitos ciudadanos que asistimos perplejos a esta feria de las vanidades!
Europa de día |
La respuesta europea (si es que la hay) llegará un día de estos, quizás en unas semanas o tal vez dentro de unos meses, cuando sea ya demasiado tarde. Los movimientos son lentos, paquidérmicos, sin ritmo, dictados por las circunstancias inmediatas. Improvisación, falta de planificación, ceguera galopante es lo que parece dirigir los erráticos pasos de las instituciones europeas.
Parece que estamos condenados a repetir hasta la eternidad, como un castigo de los dioses, el extraño comportamiento de los protagonistas de El ángel exterminador de Buñuel.
Después de la cena opípara que todos degustamos en los últimos veinte años gracias a los fondos europeos, advertimos que no podemos salir de la lujosa vivienda en la que nos habíamos instalado. No hay nada que nos impida dar el primer paso pero nuestros dirigentes están afectados por una extraña parálisis. Pasan los días y empiezan a sonar las alarmas, hay mucha gente que sufre de escasez, la enfermedad se extiende, la basura política y mediática se acumula, se va perdiendo la urbanidad, no hay cordialidad. (Amanecer Dorado ataca de nuevo). Estamos a punto de acabar como unos salvajes. Lo dicho, como los personajes de Buñuel,