El cambio de valores tiene que cambiar la economía, cambiar la sociedad, cambiar el mundo. Dice la sabiduría popular que el necio confunde valor y precio. De eso se trata. Llevamos mucho tiempo confundiendo el precio de los bienes materiales con su valor, que no va más allá del utilitario. Así no llegamos a ningún lado porque los recursos se acaban, las reservas se agotan y el consumo abotarga. Hay cosas intangibles, inasibles, inapreciables que tienen mucho más valor y seguro que también tienen un precio. Pero un precio justo, solidario, razonable.
Durante un debate en una universidad de Nueva York (en septiembre del año 2000) le preguntaron al Senador Brasileño, CRISTOVAM BUARQUE, qué pensaba sobre la internacionalización de la Amazonia. La persona que hizo la pregunta añadió que esperaba la respuesta "de un humanista y no de un brasileño". Ésta fue la respuesta del Sr. Cristovam Buarque:
"Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro. Como humanista, sintiendo riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad. Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero. El petróleo es tan importante para el bien de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. Pese a eso, los dueños de las Reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo, subir su precio. De igual forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado.
Si Amazonia es una reserva para todos los seres humanos,no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el enorme desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. Por lo tanto, no podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros, con la voluptuosidad de la especulación.
También, y antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas del genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, tanto como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país. Hace poco tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Muy por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.
Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que N. York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad. De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia, cada ciudad, con su belleza especial e historia del mundo debe pertenecer al mundo entero.
Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares norteamericanos. Bastará pensar que ellos ya demostraron que "son capaces" de usar esas armas, pues YA LO HICIERON, con destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.
En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo, a cambio de la deuda. Comencemos usando esa deuda, para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer, y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos, sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero, con tanto más cuidado del que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como "Patrimonio de la Humanidad", no permitirán que trabajen, cuando deberían estudiar; tampoco permitirán que mueran, cuando deberían vivir.
Por eso, como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia sea nuestra. ¡Solamente nuestra!